"El 25 de marzo de 1858, en la gruta junto al Gave, Bernadette Subirous pregunta a la Virgen por su nombre y ella, sin dejar de sonreírle, contesta: “Soy la Inmaculada Concepción”. Este es el nombre de la gran fiesta que vamos a celebrar en honor de aquella que tuvo tan singular privilegio de nacer sin el pecado original, es decir, sin la inclinación torcida de la voluntad, aunque ello no significa que le fueran ahorrados el cansancio, las contrariedades y la lucha por sacar adelante las cosas de su vida hasta el momento culminante en el que su Hijo es clavado en la cruz.
Volviendo a Lourdes, el 4 de abril de 1864 se inauguró allí la primera imagen de la Virgen, hecha por el escultor Fabisch con mármol de Carrara. El artista había preguntado a Bernadette la actitud de la Virgen cuando le dijo su nombre. El día de la inauguración, la joven vidente no pudo asistir a la ceremonia por hallarse enferma, pero en cuanto se repuso fue a verla. “Qué bonita! –exclamó- …pero no es Ella”. Preguntada si viendo la imagen alguien podía hacerse la idea de cómo es la Virgen, contestó: “¡Oh, no! La diferencia es como de la tierra al cielo”.María es la obra maestra de Dios y no podemos imaginarnos cómo es de maravillosa aquella mujer a la que quiso darnos como madre después de que fuera madre del Dios encarnado. Una mujer no sometida a las inclinaciones del mal, que pronunció aquel fiat decidido a la vocación divina que le llegó a través de un arcángel. “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu voluntad”.
San Ireneo de Lyon, hablando de Cristo como nuevo Adán y de María como nueva Eva, se pregunta: “¿Por qué Dios (tras el primer pecado del hombre) no volvió a tomar el barro de la tierra para fabricar otro, y quiso en cambio que esta creación se realizase a partir de María?”, y se contesta a sí mismo: “Para que no fuese una la criatura plasmada y otra la que se tenía que salvar, para que justamente la misma criatura fuese recapitulada manteniendo la semejanza”.
Contemplar las escenas evangélicas en las que aparece María, desde Belén hasta el Gólgota, puede ayudarnos a comprender mejor nuestra fe y a dejarnos llevar por la seguridad de que tenemos a una Madre que vela por nosotros, corredentora y también intercesora ante cualquiera de nuestras necesidades. Hagamos todos esta experiencia de oración mariana (...). Correspondamos al amor de María. Que la devoción hacia la Madre de Dios nos ayude en todas nuestras inquietudes".
Volviendo a Lourdes, el 4 de abril de 1864 se inauguró allí la primera imagen de la Virgen, hecha por el escultor Fabisch con mármol de Carrara. El artista había preguntado a Bernadette la actitud de la Virgen cuando le dijo su nombre. El día de la inauguración, la joven vidente no pudo asistir a la ceremonia por hallarse enferma, pero en cuanto se repuso fue a verla. “Qué bonita! –exclamó- …pero no es Ella”. Preguntada si viendo la imagen alguien podía hacerse la idea de cómo es la Virgen, contestó: “¡Oh, no! La diferencia es como de la tierra al cielo”.María es la obra maestra de Dios y no podemos imaginarnos cómo es de maravillosa aquella mujer a la que quiso darnos como madre después de que fuera madre del Dios encarnado. Una mujer no sometida a las inclinaciones del mal, que pronunció aquel fiat decidido a la vocación divina que le llegó a través de un arcángel. “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu voluntad”.
San Ireneo de Lyon, hablando de Cristo como nuevo Adán y de María como nueva Eva, se pregunta: “¿Por qué Dios (tras el primer pecado del hombre) no volvió a tomar el barro de la tierra para fabricar otro, y quiso en cambio que esta creación se realizase a partir de María?”, y se contesta a sí mismo: “Para que no fuese una la criatura plasmada y otra la que se tenía que salvar, para que justamente la misma criatura fuese recapitulada manteniendo la semejanza”.
Contemplar las escenas evangélicas en las que aparece María, desde Belén hasta el Gólgota, puede ayudarnos a comprender mejor nuestra fe y a dejarnos llevar por la seguridad de que tenemos a una Madre que vela por nosotros, corredentora y también intercesora ante cualquiera de nuestras necesidades. Hagamos todos esta experiencia de oración mariana (...). Correspondamos al amor de María. Que la devoción hacia la Madre de Dios nos ayude en todas nuestras inquietudes".