En el III Domingo de Cuaresma nos presenta el Evangelio uno de los encuentros más bellos de Jesús, el que tiene con la mujer samaritana en Sicar junto al pozo de Jacob (Jn. 4, 5-42). Esta lectura va precedida de Ex. 17, 3-7; el Salmo 94, 1-2.6-9, y Rm.5, 1-2.5-8. Jesús se acerca a esa mujer como un sencillo caminante y le dice: "Dame de beber". Empieza un diálogo para suscitar la fe, conocimiento y entrega a ese Jesús, que es el Agua Viva.
En este tiempo de Cuaresma, este diálogo viene a representar un paso más en un proceso catequético que comenzó reconociendo nuestro pecado y tentación (I Domingo) y el auxilio a la fe que nos da ver la Gloria de Jesús (II Domingo). Hoy se acerca Jesús a esa mujer, a cada uno de nosotros, para que descubramos de qué debemos tener de verdad sed.
El hombre y la mujer de hoy también "padecen sed" porque viven en un mundo caduco, limitado, que nunca podrá saciar su corazón. Siempre queda insatisfecho. En el fondo del corazón, se tiene necesidad de un "agua" infinita, que sacie, vivifique y haga fecunda nuestra vida. Jesús responde a la samaritana: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda que tú me pedirías a mí y yo te daría agua viva (...). Porque el agua que Yo quiero darte se convertirá en tu interior en un manantial del que surge la vida eterna" (vv. 10 y 13). Sólo Jesús puede verter en nuestros corazones la fuente que brota para la vida eterna, el Espíritu Santo, alegría inagotable de Dios.
Esa conversación concluirá con el reconocimiento de Jesús como el Salvador del mundo, después de que Jesús haya presentado a esa mujer la verdad de su vida, después que haya desenmascarado su falsa sed por la que cada día estaba dispuesta a fatigarse, como también nos puede suceder a nosotros.
Se nos presenta en este Domingo un día de Gracia para descubrir si estamos o no sedientos de Dios. Considérate un afortunado si lo estás porque Jesús te regalará su Espíritu para que crezca en ti un surtidor de vida eterna.
¡¡FELIZ DOMINGO!!
¡¡FELIZ DOMINGO!!
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