Ante la importante cita que celebramos el próximo Domingo 14, Día de la Iglesia diocesana, reproducimos la Carta de nuestro Obispo Gerardo. Los subrayados en color son nuestros:
"La Iglesia, comunidad de fe, esperanza y caridad"
Mis queridos diocesanos:
Cada año en el mes de noviembre celebramos en España la Jornada de la Iglesia Diocesana.
La Jornada de la Iglesia diocesana pone ante nuestros ojos la realidad de la Iglesia entera que se hace presente en la Iglesia particular, en la Diócesis, porción del pueblo de Dios presidida por el Obispo.
Este día, además, es una llamada a vivir nuestro compromiso de creyentes, unidos a la comunidad cristiana. La Iglesia se hace más cercana a todos en cada una de las Diócesis y aún más cercana en cada una de nuestras parroquias. Así, percibimos que la parroquia es un lugar de acogida y fraternidad abierto a todos, un lugar que invita y envía a la misión.
Resulta que, lo sabemos bien, que la Iglesia (por medio de su concreción en la parroquia o en la Diócesis) nos acompaña a todos a través de los acontecimientos más importantes de la vida del hombre: en el comienzo de la vida y del itinerario creyente por medio del Bautismo; está cerca de los niños por medio de la catequesis; acompaña a los jóvenes ayudándoles a progresar y madurar su fe; celebra el amor de los esposos; y está especialmente al lado de los ancianos, los enfermos y todos los más necesitados de nuestra sociedad en cualquier situación de su vida.
La Diócesis -y la parroquia de una manera especial- está presente, como hemos dicho más arriba, acompañando a las personas en todo cuanto les acontece pero, especialmente, se solidariza con el dolor y con la alegría de sus fieles y ayuda a que todos podamos encontrar sentido a la vida y a todo cuanto en ella nos acontece.
Para que podamos seguir acompañando a todos y ayudando a los que más lo necesitan es imprescindible la colaboración económica de los católicos y de los que valoran la labor de la Iglesia. Sí, queridos diocesanos, la Iglesia necesita de nuestra aportación económica.
La Diócesis tiene en marcha muchos proyectos en bien de todos los que la necesitan tanto espiritual como materialmente. Por eso necesita de la aportación de todos llegando a descubrir y a considerar la Diócesis como algo nuestro, algo que nos interesa y que sacamos adelante entre todos.
Son muchas las personas que cada vez toman más conciencia de su pertenencia viva y activa dentro de las comunidades cristianas y están dispuestas a ofrecer su tiempo, su saber, su colaboración -tanto espiritual como material- para que la Iglesia pueda seguir cumpliendo con fidelidad el encargo de Jesucristo de ofrecer a todos los hombres la buena noticia de la salvación, que es Cristo.
“Iglesia, comunidad de fe, esperanza y caridad”. Con este eslogan celebraremos este año -el próximo 14 de noviembre- la Jornada de la Iglesia diocesana. Una Jornada para reavivar nuestra conciencia de que todos formamos la gran familia de los hijos de Dios, que es la Iglesia, y que, por tanto, la vida y misión de la Iglesia es asunto de todos los miembros de esta familia.
Queridos diocesanos: nuestra “gran familia” diocesana la forman más de quinientas parroquias, atendidas por casi 100 sacerdotes, cada una de ellas con su variado patrimonio (patrimonio que para ser conservado necesita que se empleen en él muchos recursos económicos y materiales); templos, ermitas, capillas, salones parroquiales, etc.; infinidad de actividades en catequesis para educar en la fe a niños, jóvenes y adultos; las Cáritas diocesanas y parroquiales para atender a los más pobres; y toda la actividad social, educativa, asistencial y celebrativa tan amplia e importante que la Iglesia desempeña en nuestra sociedad.
El mantenimiento de toda esta actividad antedicha y la conservación de las infraestructuras sólo es posible gracias a la colaboración de muchos cristianos y de cuantos valoran la gran aportación que la Iglesia hace a la sociedad. Ahora bien: principalmente la vida de la Iglesia depende de nosotros, de los fieles que cumplen con su deber de “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”.
Todos somos testigos de la fe de la Iglesia. Cristo se manifiesta en ella por medio de sus discípulos, que somos todos los creyentes, y todos debemos sentirnos llamados a ser testigos de la fe, concretando nuestra pertenencia a la Iglesia en nuestra aportación evangelizadora personal (siendo testigos, apóstoles y heraldos del mensaje de Jesús en nuestro mundo, especialmente necesitado de testigos valientes) pero también aportando nuestra colaboración económica que permita a la misma mantenerse y mantener todos sus servicios y proyectos al servicio de la fe, y para poder socorrer a los más necesitados de nuestra sociedad.
Sintamos, como creyentes, nuestra responsabilidad a la hora de aportar nuestra colaboración en todos los sentidos y seamos generosos a la hora de hacerla porque la Diócesis (concretada en cada parroquia) es nuestra familia; una familia en la que se manifiesta el amor de Dios y en la que se nos llama a que los demás sientan ese amor de Dios a través de nuestro amor a los hermanos, especialmente a los necesitados, y a través de nuestra generosidad a la hora de aportar para mantener la Iglesia viva y con capacidad de cumplir con el fin para el que fue fundada por Jesucristo: ofrecer a todos los hombres la salvación.
Trabajamos en ella y por ella, y seamos testigos de la fe de la Iglesia en medio de un mundo laicista y más necesitado que nunca del testimonio convencido de los cristianos.
Agradeciendo de antemano vuestra generosa colaboración con nuestra amada Diócesis, os bendigo con todo cariño,